La guarida de los lobos
Aquella enigmática y misteriosa casa, había despertado en la gente del pueblo, distante apenas un par de kilómetros, todo tipo de sensaciones, basadas en la intriga que el desconocimiento de la misma y su ubicación, despertaba sobre todo en los más pequeños. Encajada en una quebrada entre dos montes, en un pasadizo o desfiladero natural, era visible desde la lejanía, que le otorgaba un aire espectral, con su imponente aspecto de construcción sólida y firme, con dos plantas dónde se abrían sendas filas de pequeñas ventanas que recorrían las cuatro fachadas, conformando una mansión de una perfecta y pétrea forma regular, recortada contra la soberbia montaña que se alzaba tras ella. Un pequeño camino de tierra, casi un senda, unía la casa con el pueblo, pasando a través del valle dónde estaba embutida, entre los montes que parecían custodiarla, cubiertos de encina y robles de un espesor tal que la luz apenas podía abrirse camino entre tanta espesura. Cuando la niebla